El cerebro de adolescentes y adultos jóvenes frente al estrés producido por la pandemia COVID-19: Análisis bibliométrico para la toma de decisiones de gestión académica de acompañamiento universitario ante futuras crisis
Date
2022-08
Authors
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Publisher
Universidad Miguel de Cervantes. Magíster en Educación Mención Gestión de Calidad
Abstract
Los avances en las Neurociencias acaecidos especialmente en las últimas tres
décadas han demostrado que el sistema nervioso central humano no es un sistema fijo una
vez que se ha formado y que el cerebro no es un órgano estático, sino que, muy por el
contrario, es bastante dinámico en los procesos que lo estructuran, organizan y activan como
parte de sus respuestas a los cambios en el medio interno y externo (Schulz et al., 2009;
Spear, 2008a, 2008b).
La adolescencia corresponde a una etapa del desarrollo de los seres humanos que
antiguamente se entendía comprendida entre los 10 a 19 años de edad, pero que
actualmente abarca el rango de 10 a 24 años, redefinición que obedece a distintos motivos,
entre ellos, el retraso en el tiempo de las transiciones de roles, incluida la finalización de la
educación formal y el retraso en la vida respecto a la consolidación de parejas, del matrimonio
y de la maternidad o paternidad (Sawyer et al., 2018). Por lo tanto, a quienes hace unos años
atrás se les consideraba como adultos desde el punto de vista legal (mayores de 18 años en
Chile) son en realidad jóvenes que podrían estar aún transitando por la adolescencia hasta
alrededor de los 24 a 25 años de edad. La pubertad no es lo mismo que la adolescencia.
Esta última (del latín adolescentem, que significa «el que está creciendo») involucra una serie
de cambios en el desarrollo psicológico, social y fisiológico del individuo, incluyendo la
capacidad de presentar conductas sexuales maduras (Lerner & Steinberg, 2009; Vigil et al.,
2016). Durante la adolescencia es característica la modulación de los circuitos límbico-
corticales relacionados con la adquisición de la cognición adulta y el establecimiento de las
vías de información necesarias para promover el desarrollo emocional y social del individuo
(Lerner & Steinberg, 2009). Es por esta razón que durante la adolescencia los jóvenes
presentan una amplia variedad de patrones conductuales que a menudo se modifican
notoriamente o desaparecen en la adultez (Vigil et al., 2016).
Se sabe que las situaciones de gran tensión o de trauma son capaces de afectar el
desarrollo de los circuitos cerebrales en los seres humanos y, en específico, está demostrado
que el estrés altera la adecuada conformación de los circuitos neuronales del cerebro
adolescente (Cisler & Herringa, 2021a; Romeo, 2017; Shaw et al., 2020). Pero, ¿qué
entendemos por estrés? El estrés en seres humanos corresponde a una respuesta
filogenética primitiva que eventualmente produce adaptación, por ejemplo, la expectancia
que tenían los seres humanos primitivos frente a la amenaza de las fieras (Vargas Fernández,
1981a; Vargas Fernández, 1981). El estrés implica percepción del conflicto, de angustia,
miedo o frustración o de estados de depresión, sufrimiento y consiste, entonces, en la
respuesta ante esos estímulos que perturban, que alteran la homeostasis bioquímica,
fisiológica, inmunológica y fisiológica de la persona (Vargas Fernández, 1981b; Vargas
Fernández, 1984).
La reciente pandemia de COVID-19 ha producido un estrés crónico en todo el mundo.
En los adolescentes las cuarentenas, las restricciones a la movilidad y las situaciones
desafiantes que han experimentado todos los niveles educativos, los cuales privilegiaron las
clases en modalidad virtual mediante diversas tecnologías de la información y comunicación
(TIC), han obstaculizado el necesario encuentro personal que es tan importante para la
consolidación de la personalidad en este grupo etario (Cortés & Herrera-Aliaga, 2022; Cortés,
2022). Estas situaciones han impactado a todos los centros educativos mundiales, entre
ellos, colegios e instituciones de educación superior (Colvin et al., 2022; EBPEL, 2021;
Romero Jeldres & Tenorio Eitel, 2021). Todo esto, unido a las situaciones emergentes de
crisis políticas, sociales y económicas, desafían a las instituciones de educación superior a
desarrollar estrategias y planes de intervención para el acompañamiento efectivo de los
universitarios, muchos de ellos aún adolescentes y, por lo tanto, sujetos a este permanente
estrés.
Esta Tesina tiene entonces como propósito el efectuar un análisis bibliométrico para
apoyar la toma de decisiones de gestión académica de acompañamiento universitario ante
futuras crisis, teniendo en cuenta el impacto de la pandemia COVID-19 sobre el cerebro (y,
por lo tanto, en la conducta), de adolescentes y adultos jóvenes frente al estrés producido
por todo lo que ella ha conllevado. Se consideró un enfoque de estudio de revisión
bibliográfica, en particular, con una metodología bibliométrica sistemática basada en el uso
de herramientas informáticas de bases de datos como Web of Science (WoS), Scopus, Scielo
y Google Scholar. Las fuentes de revistas de corriente principal fueron complementadas a su
vez con fuentes bibliográficas tradicionales (libros o manuales impresos o disponibles en
Google Scholar) así como «literatura gris» interna de algunos establecimientos, pero
atingente para la fundamentación teórica y la discusión.